Una de las frases que oigo más a menudo a padres con hijos adolescentes es: “estoy desesperada/o”. Uno de los secretos para lidiar con el desespero es la paciencia. Es uno de los ingredientes básicos para conseguir una convivencia armónica en una familia donde hay un adolescente o varios.
El porqué de tanto desespero es múltiple y variado:
- Su habitación está hecha una cuadra, toda la ropa tirada por ahí, calcetines y ropa interior sucia entre las sábanas, la cama sin hacer…
- Se pasa 3 horas en el lavabo y no hay manera de que salga.
- No me cuenta nada.
- Se pasa el día con el móvil en la mano, ni cuando va andando por la calle deja de enviar mensajes.
- No entiendo qué le pasa, tan pronto está cantando y bailando como un loco/loca en su habitación como se enfada o se pone triste (tiene unos cambios de humor que no hay manera de entenderlos).
- Me contesta con mal tono y/o me contradice a menudo cuando le digo algo.
- No quiere venir conmigo a ningún sitio, ni hacer nada en común para que nadie pueda verle a mi lado.
- etc.
Ante esto, mi respuesta suele ser una sonrisa y decir: “Respira”. Es decir, “mantente centrado”.
Todo entra dentro de lo que se puede considerar “normal” en un periodo de desarrollo como es la adolescencia. A cualquiera de estos motivos le podemos dar una explicación “científica” y su justificación pertinente pero lo que más importa es cómo reaccionamos como adultos ante esto.
Si podemos ver que todo ello forma parte de la etapa de crecimiento en la que se encuentran y que, como todo en la vida, pasará, puede ser más fácil reaccionar con tranquilidad ante tales conductas que nos ponen nerviosos, que nos sacan de nuestras casillas. Atención, no quiero decir que no sea necesario poner límites y hablarles de la importancia (por un tema de salubridad y de convivencia, por poner un ejemplo) de ordenar de vez en cuando su habitación, o de la importancia de contestar con respeto, o de moderar el uso del ordenador y otros dispositivos móviles como el móvil, la Tablet, etc. porque todo abuso es siempre perjudicial, etc. En cada familia los padres tienen que establecer los límites que consideren oportunos, aunque, eso sí, es importante establecerlos y ser coherentes.
Volviendo al tema de nuestros/as adolescentes y de los comportamientos que os alteran, ver que- como padres- no os desesperáis a la primera de cambio, que os mantenéis firmes pero sin gritos, sin saliros de vuestras casillas, etc. les ayuda a crecer seguros y de forma equilibrada.
Por tanto, no queda otra que tener paciencia.
Pero sin perder de vista que más que la habilidad de esperar a que vayan creciendo y estas cosas que tanto nos irritan vayan desapareciendo o transformándose… lo importante es tener una buena actitud mientras se espera.
Y esto ¿cómo se puede lograr?:
- Observando a nuestro hijo/a y teniendo presente que él /ella es mucho más que su habitación desordenada, sus cambios de humor repentinos, sus contestaciones “bordes”.
- Manteniendo nuestro propio equilibrio interior (aaaah ¿qué no lo tienes? Pues es un buen momento para empezar a buscarlo).
- A través de la respiración, es lo más básico, la herramienta fundamental para regular nuestra capacidad de estar relajados, centrados. Este artículo que salió publicado en la Vanguardia de Emma Barthe, nos explica los beneficios de la respiración para conseguir salud y bienestar y nos facilita un ejercicio sencillo para iniciarnos en la meditación, en respirar, en estar centrados.
- Y, lo más básico, observándonos a nosotros mismos, viendo qué nos saca tanto de nuestras casillas y cómo nos sentimos, si nos mostramos inflexibles con algo (por qué, para qué…).
Finalmente, ten en cuenta que:
Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desea.
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.
Ah, y si tienes curiosidad, si quieres saber por qué tu hijo/a hace lo que hace, pregúntame de forma concreta puede que juntos encontremos la respuesta.
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