Algunas emociones como la ira, en todas sus variables (irritación, enfado, hostilidad, etc), nos alteran más que otras y suelen provocarnos acciones impulsivas que no nos ayudan demasiado y de las cuáles, a menudo, acabamos arrepintiéndonos.
Expresiones como: “me siento como una olla exprés a punto de explotar” o “me hierve la sangre”, etc. son habituales en niños, adolescentes y adultos que me cuentan como hay situaciones o personas que logran sacarlos de sus casillas.
La impulsividad que generan los enfados y la incapacidad para gestionarla suelen ser motivos por los cuáles se acude a buscar el acompañamiento a través del coaching. Padres y madres que no saben cómo dejar de gritar tanto, niños y niñas que pegan en clase o que se pelean constantemente, adolescentes que no pueden frenar sus impulsos y se vuelven agresivos verbal y/o físicamente sobre todo con aquellos a los que más quieren.
Saber qué nos enfada, por qué. Saber también qué podemos hacer al respecto y aprender a gestionar, desde la tranquilidad,nuestras reacciones.
4 pasos que nos llevan a la calma
- Reconocer la emoción:
¿Estoy enfadado/a, irritado, tengo ira? La ira es muy rápida, te atrapa en un “plis”, sin que te des cuenta. Suele aparecer cuando crees que algo es muy injusto o que es muy perjudicial para tí. También podemos llamarla “rabia”, “cólera”, furia…
¿Estoy irritado/a?. Es algo sutil, que nos genera una molestia incómoda y que si no logramos neutralizar puede ir en aumento hasta llevarnos a la Ira. - Respirar, para conseguir un poco de calma, para conseguir estar un poco centrado/a. En esta herramienta que publiqué hace una semanas, puedes conocer los primeros pasos para ir practicando: “Respirando la vida”.
- Cuando estés calmado/a, puedes reflexionar a cerca de lo que te enfadó tanto y qué acciones puedes tomar al respecto. A veces no se puede hacer nada, entonces lo mejor es aprender a aceptar y olvidar /el olvido es el mejor detergente, si no podemos caer en el resentimiento que es una emoción más compleja y elaborada).
- Estar en paz contigo mismo/a. Todo está bien, no pasa nada si te enfadas (todos nos enfadamos aunque nos cueste reconocerlo) lo importante es que haces con este enfado, cómo lo manejas…Bien utilizado un enfado es una gran fuente de autoconocimiento.
Como comenté en mi artículo “Tu cuerpo te habla. Conoce tus emociones a través de él.”, también a través de nuestras respiraciones, de la expresión de la cara y de la postura podemos reconocer qué emoción nos está dominando.
¿Qué emociones suelen esconderse detrás de la ira, del enfado?
Pero cómo las cosas no son tan simples como parece, resulta que a menudo detrás de un enfado hay escondidas un par de emociones conocidas (lo normal es que no nos demos ni cuenta).
¿sabes cuales son?
- La más habitual, el miedo. O lo que es lo mismo lo que te pasa cuando crees que vas a sufrir daño (del tipo que sea).
- También puede aparecer la frustración. Es el malestar que se produce cuando no consigues lo que querías o lo que esperabas.
A partir de ahora cuando te enfades mucho pregúntate primero, ¿de qué tengo miedo? o qué me está frustrando? ¡A ver qué descubres!
Como todo en esta vida, es cuestión de práctica, pero conseguir gestionar los enfados está al alcance de todos.
Os dejo para terminar con una recomendación. Este precioso libro “Emocionario” Texto: Cristina Núñez Pereira y Rafael R. Valcárcel, Diseño: Leire Mayendía que nos ayuda a descubrir emociones tanto a niños como a adultos, en él encontrareis definiciones de las emociones más habituales acompañadas de preciosas ilustraciones.
A partir de ahora cuando te enfades mucho pregúntate primero, ¿de qué tengo miedo? o qué me está frustrando? ¡A ver qué descubres!
Como todo en esta vida, es cuestión de práctica, pero conseguir gestionar los enfados está al alcance de todos.
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